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Cómo sanar las heridas paternas y maternas: una guía para transformar tu historia

  • Foto del escritor: Humberto Acuna
    Humberto Acuna
  • 7 mar
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 6 may

A muchos de nosotros nos llega un momento en la vida, o varios momentos, en los que sentimos que algo no está bien, que nos falta algo, que no somos del todo felices. Nos damos cuenta de que ciertas situaciones se repiten una y otra vez, y muchas veces de forma automática, sin pensar, solo reaccionamos. Algunos ejemplos de esto son:


  • Nos damos cuenta de que sobre reaccionamos y nos sentimos criticados ante cualquier observación que nos hagan.

  • Nos cuesta decir "NO", y tanto "SÍ" empieza a pesarnos.

  • Pedir ayuda es un gran reto; es mejor hacerlo solos.

  • Nuestra confianza en nosotros mismos es baja.

  • Nos cuesta conectarnos con nuestras emociones o expresarlas.

  • Vivimos tensos, con ansiedad o estresados.


dos manos acercándose para tocarse
Sanar la relacion con nuestros padres es posible

A muchos de nosotros nos llega un momento en la vida, o varios momentos, en los que sentimos que algo no está bien, que nos falta algo, que no somos del todo felices. Nos damos cuenta de que ciertas situaciones se repiten una y otra vez, y muchas veces de forma automática, sin pensar, solo reaccionamos. Algunos ejemplos de esto son:


  • Nos damos cuenta de que sobre reaccionamos y nos sentimos criticados ante cualquier observación que nos hagan.

  • Nos cuesta decir "NO", y tanto "SÍ" empieza a pesarnos.

  • Pedir ayuda es un gran reto; es mejor hacerlo solos.

  • Nuestra confianza en nosotros mismos es baja.

  • Nos cuesta conectarnos con nuestras emociones o expresarlas.

  • Vivimos tensos, con ansiedad o estresados.


Si alguno de estos puntos te resuena y sientes que está afectando tu vida, entonces quizás haya algo que trabajar en la forma en que te relacionas o te has relacionado con tus padres.


No vamos a profundizar en las heridas paternas o maternas en cuanto a su origen o causas. Todos, en mayor o menor medida, tenemos heridas, y no se trata de culpar a nuestros padres. Más bien, vamos a enfocarnos en ti, en cómo interpretas la relación con ellos y en las historias que te cuentas acerca de esa relación.


Es importante aclarar que, aun teniendo buenas relaciones con nuestros padres, podemos tener heridas emocionales. Puedes llevarte bien con ellos, pero si desde pequeño te enseñaron que "los hombres no lloran", quizás hoy te cueste expresar emociones. O si aprendiste que "todo debe hacerse perfecto", podrías estar atrapado en un constante estrés por el desempeño y la exigencia.


El objetivo de este artículo es brindarte una guía práctica para reflexionar sobre tu situación y ayudarte a tomar conciencia de las raíces de lo que hoy te afecta.


Importante: Si tu historia familiar incluye experiencias de abuso físico, emocional o sexual, te recomendamos no quedarte solo/a en este ejercicio. Busca apoyo especializado


Paso 1: ¿Quiénes eran tus padres antes de ser padres?


El objetivo es conocer a tus padres como personas: los hijos que fueron, la vida que llevaron. Te invito a mirarlos como si fueras un investigador externo. Aquí puede ser muy valioso hablar con tus abuelos, tíos, amigos de tus padres. No des tu opinión; estás haciendo un trabajo de exploración.


Reflexión escrita:


  • Describe a tu madre/padre antes de ser padre/madre. ¿Cómo fue su infancia?

  • Describe el trato que recibían de sus padres (tus abuelos).

  • Describe la cultura y época en la que se criaron.

  • Describe a su familia.

  • Anota 3 frases que recuerdes que sus propios padres (tus abuelos) les decían.

  • ¿Qué descubres sobre ellos al verlos como personas, no solo como padres?


En mi caso, descubrí que tanto mi padre como mi madre fueron criados por tías, pues mis abuelos no estuvieron presentes en sus vidas. Esto me llevó a reflexionar: ¿cómo podrían haber desarrollado una paz emocional si vivieron el abandono? ¿Cómo se habrán sentido al crecer sin sus padres?

Ahora, ¿qué has descubierto tú?


Paso 2: ¿Quién es esa persona?


El objetivo es que, desde tu mirada, tus conversaciones e historia, puedas describir a tu padre o madre.


  • ¿Cómo era su forma de comunicarse contigo?

  • ¿Cómo te expresaba su amor?

  • ¿Estuvo presente para ti?

  • ¿Qué sientes que hizo bien contigo?

  • ¿Qué puedes aprender de esa relación?

  • ¿Qué sientes que no hizo bien contigo?

  • ¿Dónde y cuándo crees que te falló?

  • ¿Tienes hermanos?

  • ¿Te atreverías a compartir estas notas con tus hermanos?

  • Entre ustedes, ¿hay miradas diferentes?


El orden de nacimiento también influye. Por ejemplo, el primer hijo suele recibir más expectativas y presión, mientras que el segundo puede sentirse menos visto. Si fuiste hijo único por varios años y luego nació un hermano, podrías haber sentido desplazamiento. Cada historia es única.


Para mí, este paso fue revelador. Mi madre falleció cuando yo tenía cinco años, y mi padre quedó viudo con dos hijos pequeños. Reflexionar sobre lo que sintió cada uno me permitió ver la historia con otra perspectiva.


¿Qué descubres tú?


Paso 3: Reinterpretar y aceptar


Ahora, con la información de los pasos anteriores, ya tienes un poco más claro quién era tu padre/madre, de dónde viene, qué aprendió en la vida, cómo se relacionaba contigo, cómo lo ven tus hermanos, cuáles eran algunas de las creencias de su familia, etc.


  • ¿Puedes identificar ese patrón que tanto te afecta y deseas cambiar?

  • ¿Tenía tu padre/madre alguna forma de hacer las cosas diferente? ¿Tenía las herramientas para ello? Antes de responder, ponte en su lugar, intenta pensar como ellos.

  • Si tu padre/madre hubiese tenido las herramientas para evitar esa situación, ¿crees que lo habría hecho?

  • ¿Qué parte de la historia que te vienes contando, y tanto daño te hace, tiene más que ver con tu interpretación que con los hechos?

  • ¿Qué nueva historia podrías empezar a contarte?

  • ¿Qué podrías empezar a dejar atrás en la relación con tu padre/madre?

  • ¿Qué cosas nuevas podrías cultivar en una nueva relación con ellos?


Muchas creencias limitantes provienen de frases que nos repitieron en la infancia, como "la ociosidad es la madre de los vicios" o "si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo". Esto puede generar bloqueos emocionales en la adultez.


En esta fase dejamos de juzgar a nuestros padres y los vemos como seres humanos con defectos y limitaciones, pero que hicieron lo mejor que pudieron con las herramientas que tenían.


Cuando comprendí que mi padre no tenía herramientas emocionales para apoyarme porque él mismo nunca las recibió, dejé de esperar algo que él no podía darme. También entendí que mi madre no me "abandonó", sino que falleció, y que mi interpretación de la historia era lo que me generaba dolor.


Al reinterpretar nuestra historia, nos abrimos a sanar.


Paso 5: Generando conversaciones para sanar


Si sientes que es posible y seguro para ti, considera hablar con tus padres. La conversación debe ser desde la comprensión, no desde el juicio. En lugar de decir "me abandonaste", puedes decir "yo sentí que me abandonaste".


Algunas personas piden un abrazo, un "te amo", o simplemente la oportunidad de entender la historia desde otra perspectiva. En muchos casos, estas conversaciones han sido transformadoras. En otros, nos damos cuenta de que nuestros padres no pueden darnos lo que necesitamos, y eso también es válido.


Si tu padre o madre ya no están, escribirles una carta puede ayudarte a procesar y liberar emociones.


Otras formas de sanar


Si sientes que este proceso te supera o que las heridas son muy profundas, considera buscar apoyo profesional. Un terapeuta o coach puede acompañarte en este camino. También ayuda hablar con amigos de confianza, escribir sobre tus emociones o explorar prácticas como la meditación.


Conclusión


La relación con nuestros padres nos marca de muchas maneras, pero sanar es nuestra responsabilidad. Ellos hicieron lo que pudieron con sus herramientas; ahora, tú puedes elegir trabajar en ti y liberarte de lo que te limita.


Espero que esta guía te ayude a iniciar tu camino de sanación.

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