¿Dónde pones tu energía? Parte 1
- Humberto Acuna
- 5 jun
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 9 jun
En algun momento de nuestra vida, perdemos el foco, nos perdemos, perdemos nuestro centro. Y recuperar el camino es un proceso profundo… pero vital.
En esos momentos, He comprendido algo clave: todo lo que vivimos tiene que ver con cómo usamos nuestra energía. No me refiero solo al cansancio físico. Hablo de esa energía vital que sostiene, mueve o agota tu mundo interno.
Y entonces surgió una pregunta que lo cambió todo:¿Dónde puse mi energía?

Somos energía. Y esa energía se mueve según nuestras decisiones.
Podemos llamarla Dios, Espíritu, Chi, Universo o simplemente Vida. Lo cierto es que somos energía en constante movimiento. Y donde la ponemos, allí florece… o se desgasta.
¿Dónde pusiste la tuya hoy?
¿En preocuparte o en confiar?
¿En quedarte o en moverte?
¿En resistirte o en crear?
1. Puse mi energía en el futuro. Y me agoté.
Me sorprendí un día metido en pensamientos sobre todo lo que “podría pasar”. Uno tras otro, más caóticos, más intensos. Y con cada escenario, trataba de prevenir, de controlar, de solucionar lo que aún ni existía.
Puse mi energía en un futuro que no había llegado. Y me drené.
El resultado: ansiedad, tensión, cansancio.
Hasta que redirigí mi energía al presente. Me dije y repetía:
“Un día a la vez. Incluso, un minuto a la vez.”
Un ejercicio consciente, que requería fueraza de voluntad y energía. Y ahí empezó el cambio. Cuando regresé al presente, recuperé mi energía.
2. Puse mi energía en el problema. Y me quedé estancado.
Me mudé y no había internet. Me prometieron que sí, pero no. Me pasé días en reclamos, quejas, frustración.
Toda mi energía estaba ahí: en lo que no funcionaba, en lo que me habían dicho, en lo que no podía controlar.
Hasta que, agotado, puse mi energía en buscar una solución.Y de ahí emergió la pregunta que necesitaba:“¿Dónde puedo ir a trabajar hoy?”
Y apareció la respuesta.
Cuando tu energía sale del drama y entra en el hacer, todo se empieza a mover.
3. Puse mi energía en repetir. Y sentí que no avanzaba.
Me encontré haciendo cosas por costumbre. Aceptando proyectos que ya no me motivaban. Diciendo “sí” por inercia.
Mi energía estaba en sostener lo que ya no tenía sentido. En no perder. En no decepcionar. Pero me estaba traicionando.
Hasta que un día me hice estas preguntas:
¿En qué actividades estoy gastando mi energía sin que me devuelvan nada?
¿Qué me drena, pero sigo haciendo igual?
¿Qué pasaría si pongo esa energía en algo nuevo?
Cuando redirigí mi energía hacia decisiones valientes, la vida se ensanchó.
4. Puse mi energía en los otros. Y me desconecté de mí.
“Es culpa de la envidia.”
“Dios no quiere.”
“Mis padres no me apoyaron.”
“El coach no me ayudó.”
Cada vez que decía eso, ponía mi energía fuera de mí. La entregaba. Me quitaba poder.Me hacía espectador de mi propia vida.
Y muchas veces escucho esto:“Es que ese es el plan de Dios.”A lo que siempre respondo lo mismo:
“Dios dice: ‘Ayúdate que yo te ayudaré’. No dice: ‘No hagas nada que yo te lo resuelvo todo’.”
Creer en algo más grande no significa quedarse quieto esperando que todo pase. Significa: Confiar… y moverse.
Creer… y actuar.
Pedir guía… y dar pasos.
Hasta que decidí poner mi energía en lo que sí puedo hacer yo. En mi capacidad de aprender, de moverme, de elegir distinto. Y esa energía, bien usada, tiene algo mágico:
Te devuelve a ti.
Un ejercicio para recuperar tu energía (y tu poder):
Escribe todo lo que hiciste esta semana que te drenó.
Detecta dónde pusiste tu energía en cada caso (¿en el miedo?, ¿en complacer?, ¿en no fallar?).
Elige una sola cosa para cambiar. Solo una.
Hazlo hoy. No lo pienses tanto. Empieza.
Tu energía es sagrada. Y tiene dirección.
No es infinita. Ni es neutra. Cada día, la estás entregando a algo o alguien.La pregunta es:
¿A qué historia se la estás dando?¿A la que te limita o a la que te impulsa?
Recuerda:
Tu energía no miente.
Sigue lo que amas.
Evita lo que pesa.
Y verás cómo cambia tu realidad.
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