top of page

Mi relación con el trabajo

  • Foto del escritor: Humberto Acuna
    Humberto Acuna
  • 13 may
  • 4 Min. de lectura

¿Sabías que pasamos al menos el 70% de nuestra vida trabajando? ¿Y sabes por qué lo hacemos?Porque, entre otras cosas, el trabajo nos permite:

  • Ser reconocidos

  • Sentirnos parte de algo

  • Desarrollar nuestras capacidades creativas

  • Aprender y crecer

  • Encontrar motivación

  • Avanzar económicamente para cumplir nuestros sueños


Cuando buscamos un empleo, no solo esperamos un salario. También anhelamos que nos permita:

  • Compartir tiempo con la familia

  • Disfrutar de nuestras pasiones personales

  • Seguir formándonos como personas

  • Sentirnos seguros y valorados


Si el trabajo puede darnos tantas cosas buenas... ¿por qué no siempre lo vivimos así?



Imagen Generada por  openAI
Imagen Generada por openAI


Para muchas personas, el trabajo se ha convertido en una carga pesada. Un día se despiertan y descubren que ya no recuerdan a qué hora regresan a casa, que sus hijos han crecido sin que se dieran cuenta, que los sueños se esfumaron. El título de “El Gran Ejecutivo” quedó atrás, y lo único que queda son deudas y cansancio.


Ese momento suele ser un quiebre. El problema es que, aunque nos demos cuenta, muchos no saben cómo salir del círculo. Se levantan, trabajan, soportan al jefe, cobran (para pagar deudas) y regresan a casa sin energía, sin motivación. Aquello que algún día los entusiasmó… ya no está.


Entonces surgen las preguntas:

  • ¿Qué pasó en el camino?

  • ¿Por qué perdí la pasión?

  • ¿Qué se interpone entre yo y mi éxito profesional?


Algunos culpan a la empresa. Otros a la vida misma. Y sí, algo de razón puede haber en eso. Pero muchas veces somos nosotros los que nos perdemos. Por miedo. Por falta de conciencia de lo que necesitamos como personas. Por vivir en piloto automático.


“Hay que despertar”.Despertar para reconectar con nuestro propósito. Para que el trabajo deje de ser un castigo y se transforme en un espacio de desarrollo personal.


¿Por qué el trabajo se vuelve tan pesado?

En mi práctica como coach, he acompañado a muchas personas en esta situación. Aquí algunos de los patrones más comunes que he observado:


1. Confundimos el “hacer” con el “ser”

Nos identificamos tanto con nuestra profesión que dejamos de lado nuestra esencia. “El coach Humberto”, “la arquitecta Sara”, “el analista Gabriel”… ¿Y quiénes somos cuando no trabajamos? (Visita ¿Ser o Hacer?)


2. Buscamos reconocimiento que no tuvimos

Alguien nos halaga y nos convertimos en esa versión que los demás aplauden. Decimos sí a todo, no ponemos límites, nos perdemos en la validación externa. Pero el que vive buscando reconocimiento… nunca se siente reconocido del todo.


3. No expresamos lo que sentimos

Callamos por miedo a parecer agresivos o causar problemas. Pero al callar, dañamos dos veces: al equipo, que pierde nuestra visión, y a nosotros, que acumulamos frustración.


4. Nos volvemos adictos al trabajo

Entramos temprano, salimos tarde, trabajamos fines de semana. No escuchamos a nuestro cuerpo. Muchas veces, esa adicción no viene del trabajo… sino de vacíos emocionales que buscamos llenar.


5. Repetimos voces del pasado

“Trabaja”, “no descanses”, “cada minuto es dinero”… ¿Te suena familiar? A veces seguimos oyendo esa voz interna, exigente, que arrastramos desde la infancia o copiamos de nuestros modelos familiares.


6. Nuestra autoestima baja

Si no somos escuchados o reconocidos, nos desmotivamos. Pensamos que no valemos, que no somos capaces, y preferimos escondernos detrás del escritorio.


7. Valoramos nuestra vida según nuestro salario

Nos comparamos. Si alguien gana más, sentimos que vale más. Pero... ¿cuánto vales tú sin etiquetas, sin títulos, sin cheques?


8. Confundimos relaciones laborales con familiares

Cuando un jefe se convierte en una figura paterna o materna, y los colaboradores en “sus hijos”, se crean vínculos tóxicos de dependencia, culpa o miedo al abandono.


¿Trabajar debería doler?

No. Pero lo que lo vuelve doloroso es la forma en que nos relacionamos con el trabajo.

Mucho de lo que nos pesa está en nuestra “sombra”: esa parte de nosotros que evitamos mirar. Pero cuando nos atrevemos a reconocerla, se abre una puerta.


¿Qué hacer?

La clave está en conocernos mejor. Escucharnos. Ser conscientes de quiénes somos.

  • Recordar nuestro rol: Todos somos adultos, con responsabilidades y derechos.

  • Aceptar nuestra historia: Nuestro pasado forma parte de lo que somos, pero no tiene por qué dictar nuestro futuro.

  • Pedir ayuda: No tenemos por qué hacerlo solos.

  • Reconocer que cambiar y ser feliz depende más de mí que de los demás.

  • Preguntarnos con honestidad: ¿A quién quieren cuando dejo de ser yo para complacer?


¿Y las organizaciones?

El reto hoy es crear empresas con alma. Lugares donde se pueda ser uno mismo. Donde se valore la autenticidad por encima de la apariencia. Donde se fomente la creatividad sin miedo al error.


Connie Zweig, en su libro Vivir con la sombra, habla de estas organizaciones del alma como espacios donde:

"Los empleados pueden expresar su autenticidad y arriesgarse a experimentar, porque se sienten lo suficientemente seguros como para aprender, equivocarse y avanzar."

¿Puede el coaching transformar esto?

Sí. A través del coaching, los líderes pueden mirarse, desafiar sus viejas creencias, y conectar con su autenticidad. Y cuando un líder cambia, el equipo también lo hace.Por eso sugerimos procesos de coaching individual acompañados de talleres para el resto del personal: porque todo cambio real comienza por uno, pero se multiplica con el ejemplo.


¿Y si no soy líder?

El coaching no es solo para jefes. Es para todo aquel que quiere crecer. Que desea disfrutar su trabajo, desarrollarse y superar los bloqueos que no le permiten avanzar.Porque llegará un momento en el que esos bloqueos serán montañas… y necesitas estar preparado para escalarlas.


La sombra siempre estará ahí, pero mirarla de frente es lo que nos permite crecer. Atreverse es de valientes. Retarse es estar vivo. Y tal vez, solo tal vez, allí donde hoy ves cansancio… pueda volver a encenderse la chispa.


Nos leemos en una próxima entrega.

Comentários


bottom of page