La historia que te cuentas: ¿Construye o Limita?
- Humberto Acuna
- 20 ene
- 3 Min. de lectura
La historia que me cuento
Somos una historia. Una historia que nos narramos a nosotros mismos, y esa historia nos da sentido y forma como seres humanos.

Muchas personas se cuentan sus historias como si fueran una película basada en hechos reales. Pero, como en toda película, hay un detalle importante: “Esta historia está adaptada a las interpretaciones del guionista”. Así construimos nuestra historia de vida, tomando hechos reales y adaptándolos para que tengan sentido y nos permitan seguir adelante.
El problema con esta narrativa es que solemos construirla sobre la marcha, sin detenernos a reflexionar sobre sus fundamentos. Como guionistas, protagonistas y directores de nuestra historia, creamos una versión que se ajusta al personaje que creemos ser o queremos proyectar. Pero, a veces, un evento nos confronta con la realidad y descubrimos que nuestra historia está muy lejos de lo que realmente somos. Es entonces cuando enfrentamos una crisis o un quiebre personal.
¿Por qué enfrentamos una crisis?
Al buscar darle sentido a nuestra historia, tendemos a ignorar elementos que no encajan con el desenlace deseado. Somos los escritores, y cualquier indicio de un final indeseado es eliminado, muchas veces de manera inconsciente. Aquí surgen los quiebres: cuando las motivaciones reales de nuestros actos no coinciden con la historia que nos contamos. Veamos algunos ejemplos:
Ves un carro nuevo y te encanta. Aunque el tuyo está en perfecto estado, decides que es hora de cambiarlo. Entonces justificas la decisión con argumentos como: “Este ya está viejo” o “Un carro nuevo es una mejor inversión porque no requiere tanto mantenimiento”.
En tu trabajo piensas: “No gano lo suficiente, pero mis compañeros son tan agradables… Somos como una familia. ¿Cómo dejaría una familia?”
Una mujer dice: “Mi esposo me pega, pero es una buena persona. Me quiere y es un gran proveedor. Mis hijos y yo tenemos todo lo que necesitamos”.
¿Te identificas con alguno de estos ejemplos?
Cada una de estas historias, aunque basada en una realidad, está llena de interpretaciones y motivaciones que buscan darle sentido. Es más fácil ajustar la narrativa que enfrentar las partes más difíciles de la verdad.
¿Qué podemos hacer?
Vivir sin una historia es imposible; necesitamos una narrativa para darle sentido a nuestra vida. Pero podemos empezar a cuestionar las motivaciones detrás de ella:
¿Por qué realmente quiero cambiar el carro? ¿Es una necesidad o estoy preocupado por lo que pensarán los demás?
¿Por qué sigo en este trabajo? ¿Tengo miedo al cambio o realmente valoro el ambiente laboral?
¿Por qué permito el maltrato? ¿Es miedo a estar sola o inseguridad sobre mis capacidades?
Responder estas preguntas puede ser doloroso, pero también nos permite ser honestos con nosotros mismos y empezar a realizar cambios significativos. Identificar la verdadera motivación detrás de nuestras decisiones nos ayuda a ser más congruentes y nos libera de patrones repetitivos que obstaculizan nuestro crecimiento.
El camino hacia la felicidad
Descubrir nuestras verdaderas motivaciones puede ser desafiante, pero también es un paso esencial hacia la autenticidad. Si decides no cambiar, está bien, pero al menos serás consciente de tu elección y podrás vivir de manera más alineada contigo mismo.
Cuando diseñes tu próxima historia, recuerda preguntarte: “¿Cuál es la verdadera motivación detrás de esto?”. La honestidad contigo mismo es el mejor guion que puedes escribir.
Humberto Acuna.
Comentários