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Liderazgo y Coaching: el arte de liderarse para liderar

  • Foto del escritor: Humberto Acuna
    Humberto Acuna
  • 29 abr
  • 3 Min. de lectura


Hay temas que nunca se agotan. El liderazgo es uno de ellos. ¿El líder nace o se hace? ¿Es una habilidad exclusiva de unos pocos o algo que todos podemos desarrollar? Aunque aún hay debate, yo me inclino por una visión más inclusiva: liderar no es un privilegio reservado, es una posibilidad humana cotidiana.



El experto Ronald A. Heifetz lo dice claro:

“Cada día surge una oportunidad de liderazgo.”

Si planteas desafíos, hablas de valores o te animas a poner sobre la mesa conflictos no resueltos, estás ejerciendo el liderazgo. Y no necesitas un cargo para hacerlo. Una madre que le dice a su hijo “Tú puedes hacerlo, estás listo”, o un vecino que organiza a la comunidad para resolver un problema común, están liderando.


¿Qué tiene que ver el coaching con esto?


Mucho. Porque para poder liderar a otros, primero hay que liderarse a uno mismo. Y ahí es donde el coaching entra como una herramienta poderosa.Podemos ser brillantes en lo técnico, pero tener serias dificultades para relacionarnos, comunicarnos o generar confianza. Un ingeniero talentoso puede lograr grandes ahorros para su empresa, pero si su equipo siente que no lo escucha o que los trata mal, algo está fallando. Lo mismo una ama de casa que mantiene su hogar impecable, pero se ha vuelto incapaz de conectar emocionalmente con su familia.


Entonces, ¿qué está faltando?


Faltan competencias. No técnicas, sino humanas. Esas que el coaching ayuda a despertar, desarrollar y fortalecer. Aquí te comparto algunas de las más comunes que muchos líderes aún están aprendiendo a cultivar:


10 Incompetencias que el coaching convierte en fortalezas


1. Creer que siempre tengo la razón. Un buen líder sabe escuchar y construir con otros. ¿Cómo liderar si no puedo incluir otras miradas, si invalido todo lo que no coincide con la mía?


2. No poder hablar de problemas o crisis. Callar un problema no lo desaparece, solo lo agrava. Líder es quien abre conversaciones difíciles antes de que sea tarde.


3. Negarse a aceptar lo que no se puede cambiar. Hay hechos que no dependen de ti: la economía, el clima, una pérdida. ¿Qué sentido tiene gastar energía en pelear con lo que es? Adaptarte es liderazgo.


4. Creer que el problema siempre es “el otro”. Culpamos al gobierno, a los hijos, a los empleados... pero, ¿qué parte del problema soy yo? ¿Y qué podría hacer distinto?


5. No saber decir NO (ni un verdadero SÍ). El líder que no pone límites termina agotado, resentido o cargando con tareas que no le corresponden. Saber decir NO también es un acto de cuidado.


6. Miedo a hacerle daño al otro con la verdad. Ocultar lo que el otro necesita saber no lo protege, lo limita. La honestidad empática fortalece los vínculos, no los rompe.


7. No ver alternativas. Cuando creemos que no hay salida, necesitamos ayuda para ver nuevas opciones. Liderar es abrir posibilidades, no cerrarlas.


8. Miedo a no ser querido o reconocido. El liderazgo no siempre es popular. A veces hay que tomar decisiones difíciles pensando en el bien común, no en la aprobación momentánea.


9. Rechazo al juicio o la crítica. Si nadie puede decirte nada sin que reacciones mal, ¿cómo vas a mejorar? El feedback es regalo cuando hay apertura.


10. No saber pedir ayuda. Creer que pedir es debilidad es una trampa del ego. Pedir también es liderar. Reconocer lo que no sabes o no puedes solo, te hace más humano.


Liderazgo y coaching: dos caminos que se cruzan


El coaching no te hace líder, pero te ayuda a reconocer al líder que ya habita en ti. No te convierte en alguien perfecto, pero sí en alguien más consciente, más claro, más humano. Porque liderar no es tener todas las respuestas, sino estar dispuesto a aprender de cada experiencia y de cada persona que te rodea.


Hoy más que nunca, necesitamos líderes auténticos. No figuras perfectas, sino personas reales, que sepan inspirar desde la coherencia y la vulnerabilidad.


Y para eso, el primer paso es liderarte a ti mismo.


Nos leemos en una próxima entrega.

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