¿Ansiedad sin razón? Estrategias simples para volver a tu centro
- Humberto Acuna
- 19 may
- 3 Min. de lectura
Ansiedad:
De una forma u otra, todos la hemos sentido, con mayor o menor intensidad. La definición más común dice que la ansiedad es una anticipación negativa del futuro. Pero lo cierto es que algunas personas, como yo, tenemos una personalidad ansiosa: vivimos en ese estado.
He conocido personas a las que les he preguntado: “¿Pero qué te hace sentir así?” Y me responden: “No lo sé”. A mí también me ha pasado. A veces, simplemente me siento ansioso y no entiendo por qué.
No soy psiquiatra ni psicólogo, pero sé que cuando la ansiedad se sale de control, puede derivar en ataques de pánico o pensamientos paranoicos. Y ningún extremo es sano. El problema es que siempre escuchamos frases como “Estás muy estresado”, “Tómalo con calma”, “Tómate esta pastillita”… Y yo siempre me preguntaba: ¿Cómo hago eso? ¿Cómo lo tomo con calma? ¿Cómo sin pastillas?
En busca de esas respuestas, fui probando distintas cosas. Poco a poco, descubrí algunas prácticas que me han ayudado, y hoy quiero compartirlas contigo:
1. Trabaja con tus pensamientos negativos
a) Así como tenemos la capacidad de imaginar escenarios negativos, también podemos imaginar positivos. O al menos, darnos permiso para cuestionar la veracidad o la probabilidad de que lo negativo ocurra.
b) ¿Alguna vez has contado cuántos de tus pensamientos negativos realmente se hicieron realidad? Te invito a hacerlo. Te aseguro que serán muy pocos. Es un buen ejercicio para tener perspectiva.
2. Escúchala en tu cuerpo
a) La ansiedad se manifiesta en el cuerpo. En mi caso, la siento como una presión en el pecho. Cuando aparece, me detengo y me pregunto: ¿Por qué estoy ansioso? ¿En qué estoy pensando?
b) Otra forma común es cuando no puedes parar de hacer cosas: revisas el celular, luego el control remoto, luego otra vez el celular… haces mil cosas a la vez, sin terminar ninguna. Cuando te descubras así, suelta todo y pregúntate: ¿Qué es lo que realmente me gustaría hacer ahora?
3. Organiza tu día y tus actividades
a) El desorden genera caos, y el caos alimenta la ansiedad. Mantén tu espacio ordenado: tu escritorio, tu cuarto, tu entorno.
b) Haz una lista de las tareas que necesitas hacer. Y enfócate. Si una tarea es compleja, divídela en pasos pequeños. Cada paso cumplido, cuenta como una tarea hecha. No escribas “hacer todo el informe”; mejor anota “abrir el documento”, “escribir el primer párrafo”, etc. Así se siente más manejable.
c) Entre una actividad y otra, haz pausas. Termina una antes de empezar la siguiente.
d) No postergues. Muchas veces evitamos tareas incómodas: hacer una llamada, tener una conversación, exigir algo. Pero mientras más las postergamos, más ansiedad generan. A mí me pasa con llamadas para cobrar o reclamar algo: las pospongo y al final la ansiedad crece… y la deuda también.
e) Empieza, aunque sea por lo más pequeño. Me pasa lavando platos: veo la pila y me frustro. Pero empiezo por uno, y sigo. Y poco a poco, lo termino. Lo importante es comenzar.
f) Haz una cosa a la vez. No comas viendo el celular. No salgas a caminar con el teléfono en la mano. Si te estás bañando, concéntrate en el agua y el jabón. Una cosa a la vez.
g) Mantente ocupado, con equilibrio. Descansa cuando lo necesites, pero mantente en movimiento. Estar enfocado en una tarea ayuda a que tu mente no divague en pensamientos negativos.
4. Hazte consciente de ti. Respira. Respira y escúchate.
a) Si aprendes a conocerte, si te das permiso para escucharte, podrás anticipar los momentos en los que se activa la ansiedad. Reconocerás un pensamiento negativo, podrás ponerlo en duda o transformarlo por uno más realista o positivo.
b) Respira profundo. Escúchate respirar. Si lo piensas bien, lo único seguro que tenemos es esta respiración que estás tomando ahora. La próxima no está garantizada. Por eso el poder está en el aquí y el ahora.
La ansiedad nos daña y nos arrastra a su ritmo. Pero si aprendemos a escucharla, a identificar qué la genera, podemos evitarla o al menos gestionarla mejor. Así seremos más sanos, más felices, y viviremos con más plenitud.
El secreto: hacernos conscientes de nosotros mismos.
Ojalá estos pasos te sirvan tanto como a mí.
Un fuerte abrazo.Nos leemos en la próxima entrega
Comments